Juan Carlos Díaz Lorenzo

En su buen y bien quehacer, Fernando Rodríguez Sánchez, viejo y buen amigo, rescata para la memoria colectiva del pueblo palmero el legado arquitectónico en cualquiera de sus expresiones, cual más interesante. Desde las casonas solariegas exponentes del poderío económico de otra época, aquellas que jalonan el desarrollo urbano de la capital insular –expresión singular de la concepción urbanística del Renacimiento y la tradición portuguesa– y las que, isla adentro, constituyen ejemplos representativos del empeño de sus comitentes.

También tienen cabida en el minucioso trabajo del creador de la página web palmerosenelmundo.com las obras públicas, sea cual sea su condición y cometido -carreteras, puentes, canales, túneles…- y que tanto representan para el bienestar social de la isla desde su consecución. Entre ellas figura el faro de Punta Cumplida, en Barlovento, del que el citado autor nos envía las imágenes que ilustran estas líneas a modo de breve crónica histórica.

La torre se levanta a 34 m sobre el nivel del terreno

Localizado en la situación náutica 28º 50’ N y 17º 46’ W sobre un promontorio de su mismo nombre, llamado también Punta del Engaño, a 63 metros sobre el nivel del mar y a 34 metros sobre el nivel del terreno, la esbelta y elegante torre domina los fértiles bancales de plataneras de los campos de Oropesa y sus aledaños y es perfectamente visible cuando se gobierna al rumbo 239º, demorando entre las puntas de Gaviota y de Barlovento.

La construcción del faro tiene sus orígenes en el Plan de Alumbrado de las Islas Canarias aprobado por real orden de 28 de abril de 1857, en el que se contemplaba la construcción de un faro de segundo orden en Puntagorda, aunque estudios posteriores determinaron la conveniencia de construirlo en el extremo NE de La Palma.

El proyecto, elaborado por el Cuerpo de Ingenieros de la provincia de Canarias, fue aprobado por real orden de 9 de mayo de 1861. La construcción del inmueble se adjudicó al contratista José Ana Rodríguez González, vecino de Santa Cruz de La Palma, según consta en la real orden de 12 de agosto del mismo año, en la cantidad de 505.000 reales de vellón, es decir, 126.250 pesetas.

La escalera de caracol para acceder a la linterna tiene 158 peldaños

El faro de Punta Cumplida se encendió por primera vez en abril de 1867, aunque de forma temporal. El edificio y la torre son los originales, excepto la reforma efectuada en esta última para acoplar la nueva linterna, que se hizo de mampostería, añadiéndosele una nueva balconada. Está formado por un cuadrado de 19,5 metros de lado, previsto para albergar a tres torreros, “una magnífica casa con cuantas comodidades son apetecibles” –escribe Juan B. Lorenzo, así como habitaciones de inspección, almacenes, carbonera y lavadero, comunicado por un patio central, ahora cubierto, bajo el cual se encontraba un gran aljibe de 100 metros cúbicos para almacenar el agua.

El edificio es de mampostería con adornos de sillería basáltica en cornisas, jambas y dinteles. La torre, del mismo tipo de sillería y ligeramente troncocónica, está parcialmente adosada en el lado mar y tiene en su base un diámetro de 5,30 metros. Hasta la cornisa superior tiene una altura de 30 metros y se accede por una escalera de caracol de 158 peldaños, que asciende circundando un núcleo central de alma hueca por donde antaño bajaba el peso motor. El diámetro interior mide 2,70 metros y recibe la luz por medio de 12 aberturas practicadas seis a seis en generatrices opuestas, sobre el plano longitudinal de la fachada principal.

En sus comienzos estaba provisto de un aparato Lepaute de 1,35 m de diámetro, compuesto de tres cuerpos. Resulta interesante la definición que hace el experto Miguel Angel Sánchez Terry, al respecto: “El superior de doce anillos catadióptricos, divididos en 8 paneles, el central de 8 lentes dióptricas y el inferior de siete anillos catadióptricos en que los dos primeros giraban sobre un carro circular de tejos o galés, accionados por una máquina de relojería con regulador de aletas y peso motor. También tenía una linterna de doce lados, cristales planos y montantes verticales”, todo ello producto del mismo fabricante, que habían sido adquiridos, junto con la óptica, en el precio de 45.506,25 pesetas.

Desde 1982 el faro tiene nuevo aparato óptico y luminoso

El alumbrado se producía mediante una lámpara Degrand para aceite de oliva, que más tarde sería sustituido por un sistema de relojería de émbolo y peso con mechero Dotty de tres mechas, que empleó parafina y petróleo. En 1937 la lámpara se encontraba en muy mal estado, de modo que fue sustituida por una de nivel constante y con el mismo mechero. Tenía una luz giratoria variada por destellos de minuto en minuto y 25 millas de alcance.

Antaño el agua se traía a lomo de bestias en cántaros desde la fuente de La Fajana, hasta que en los años en que fue alcalde Juan Brito, padre del torrero Maximiliano Brito, cedió una red de agua de su propiedad en Las Fontiñas, para que las familias que vivían en el faro tuvieran el abastecimiento garantizado.

Su aspecto arquitectónico es de una singular belleza

En febrero de 1947 este sistema se sustituyó por otro incandescente por vapor de petróleo a presión Chance, para capillos de 35 mm que contaba con una lámpara Maris de reserva. Luego se hicieron algunas modificaciones en el sistema de giro, funcionando a un ritmo más rápido con su luz característica de 45 segundos.

El 1 de diciembre de 1982 entró de nuevo en servicio después de una importante reforma, en la que se sustituyó toda la instalación óptica y luminosa. La linterna anterior –que se encuentra ubicada en la estación marítima de Santa Cruz de Tenerife como elemento decorativo- se cambió por una cilíndrica Racional de 2,25 metros de diámetro y montantes helicoidales, dotada de un equipo AGA de lámparas de haz sellado, montadas seis a seis sobre las caras de un prisma cuadrangular que forma el inducido de un motor paso a paso controlado por un sistema electrónico. La característica actual consiste en destellos blancos de una intensidad equivalente a 400.000 candelas, con un alcance de 20,7 millas en buen tiempo.

Fotos: Fernando Rodríguez Sánchez