Cien años en sociedad

diciembre 3, 2009

Juan Carlos Díaz Lorenzo

Conociendo el ánimo, la constancia, el tesón y el espíritu de trabajo, el amor a su tierra así como las ansias culturales y el afán de superación que han caracterizado a generaciones enteras de palmeros, no resulta difícil imaginarse el ambiente y el empeño con el que a comienzos del siglo XX un entusiasta grupo de jóvenes de Los Llanos de Aridane promovió la creación de la Sociedad de Instrucción y Recreo Aridane, de la que el próximo 24 de junio, festividad de San Juan, se cumple su primer centenario.

La vida social y cultural de la ciudad, del valle y de la Isla de La Palma tiene un claro referente en la contribución distinguida de esta sociedad ejemplar, exponente de su lema fundacional: Laboremus pro Aridane. Tal empeño está avalado por cien años de vida, cien años de historia en los que ha conocido diversas etapas en su desarrollo, condicionadas en muchos casos por el acontecer social, económico y político, aunque siempre libre e independiente en sus ansias de cultura y de libertad.

En los últimos años, la Sociedad de Instrucción y Recreo Aridane vive una época de notable esplendor y el viejo caserón de la plaza de España de la ciudad a la que enaltece, abrigado a la sombra de los corpulentos laureles de Indias y del viejo campanario de la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, es cita obligada para la cultura, la paz y la concordia de un pueblo noble y trabajador, cuya capacidad de liderazgo en el espacio insular resulta cada día más patente.

Una fecha tan significativa requería, obviamente, de un programa de actos acorde a la importancia del acontecimiento. En las últimas semanas estamos asistiendo a la celebración de un amplio elenco de actividades, así como de merecidos reconocimientos, como la Medalla de Oro de Canarias, Medalla de Oro de la Ciudad de Los Llanos de Aridane e importantes distinciones, entre las que figura la entrega de la Bandera de Canarias, de manos del consejero de Infraestructuras, Antonio Castro Cordobez; anteriormente había recibido la Bandera Nacional, en el transcurso de un emotivo acto cívico-militar; homenajes de diversa índole, actuaciones musicales, recitales poéticos, conferencias y un largo etcétera, todo lo cual pone de manifiesto la importancia de la entidad y su protagonismo.

La creación de la sociedad Aridane es el resultado del compromiso de un grupo de jóvenes de su tiempo al amparo del espíritu de las sociedades de instrucción y recreo, que tanto arraigo y prestigio tendrían durante toda una época. Quienes la promovieron tenían claro el protagonismo que estaría llamada a tener en el futuro. Sería la sociedad más significativa de la ciudad y del valle de Aridane -lo que acreditaría con suficiencia en el transcurso del tiempo- y estaría entre las más importantes de la isla, como así ha sido, convertida en un referente permanente para la cultura insular.

La tradición oral cuenta que a finales de 1905, en una noche lluviosa y fría del mes de diciembre, un grupo de jóvenes comprometidos con su tiempo y con altitud de miras, deseosos de compartir afanes y desvelos, fueron a reunirse en el inmueble del número 17 de la antigua calle del Medio, en la que vivía Manuel Carballo Wangüemert, en la que abordaron la idea de fundar una sociedad de instrucción y recreo que sirviera de punto de encuentro e inquietudes, forjando así el nacimiento de una entidad que acogiera las reuniones que hasta entonces se hacían en el cuarto de la música, en la piedra grande del Cantillo, en el muro bajo del Trocadero, en el tronco de la calle de la Salud, a la luz de candil de las ventas de la época o en las piedras de la cruz de doña Lorenza, lugares éstos que acogían a los jóvenes tertulianos de Los Llanos.

De los asistentes a aquella reunión conocemos sus respectivas identidades: Adolfo Pérez Ortega, Rafael Arroyo Cruz y Cipriano Castro Pérez, más el ciado Manuel Carballo Wangüemert. Los cuatro jóvenes se dirigieron al establecimiento que entonces regentaba José Amaro Duque en los bajos de la casa de la familia Kábana, en el número 9 de la antigua calle Real, donde se dieron cita otros jóvenes de su tiempo, interesados, como éstos, en el mismo objetivo. Ellos eran José Duque Guadalupe, Mariano Ferrer Bravo, José Campos Cabrera, Conrado Hernández de las Casas, José Pérez Díaz, Armando Wangüemert Leal, Benigno Carballo Carballo, Enrique Mederos Lorenzo, Antonio Carballo Wangüemert, Domingo León Rodríguez, Francisco Sosa Lorenzo y Manuel Ruges.

Como cabe suponer, el proyecto fue acogido con el mayor entusiasmo, de tal modo que, en consonancia con los ímpetus que adornan los años juveniles, aquella misma noche, y sin pérdida de tiempo, los promotores de la idea se trasladaron al barrio de Triana, donde vivía otro amigo coetáneo, Mauricio Duque Camacho, para pedirle a éste que su padre, Victorino Duque, accediese a alquilar los bajos del número 26 de la casa que poseía en la citada calle Real de la ciudad aridanense.

Tal empeño encontró el respaldo que merecía. Con la anuencia de Victorino Duque, los animosos jóvenes reunieron un modesto mobiliario y comenzaron a dar los primeros pasos como tal sociedad, trasladándose posteriormente a la antigua casa del recordado maestro León María Camacho.

A excepción de José Duque Guadalupe y José Campos Cabrera, que eran entonces personas de más edad, el resto de los promotores de esta empresa fueron exclusivamente jóvenes. Imbuidos, posiblemente, de la idea de que cuestiones de orden político o religioso pudieran influir negativamente en el buen fin del proyecto y alterar la armonía entre sus socios, uno de sus promotores, Conrado Hernández de Las Casas, propuso hacer constar en el reglamento la absoluta prohibición de hablar sobre estos temas.

En la noche del 24 de junio de 1906 quedó oficialmente constituida la Sociedad de Instrucción y Recreo Aridane, de la que fue primer presidente Mariano Ferrer Bravo, teniente del arma de Infantería, nacido en Cuba y destinado entonces en el Segundo Batallón de Cazadores La Palma nº 20.

Seis días después celebró su primera velada literario-musical, a la que se invitó a los presidentes de las sociedades que entonces existían en La Palma. No resulta difícil imaginarse el ambiente de euforia y entusiasmo que habría de presidir la reunión: ¡¡cuántos afanes y cuántos desvelos, cuántos ímpetus, cuántas ilusiones, cuántas inquietudes, cuánto orgullo en una tierra tan volcada en los afanes de la libertad!!

A partir de entonces, y pese a lo modesto de los inicios, la Sociedad de Instrucción y Recreo Aridane se convirtió en un elemento vital de la vida cultural de la ciudad y de la Isla. Puesto que se trataba de una sociedad de instrucción, en atención a dicho cometido, el 22 de noviembre de 1906 se aprobó la apertura de la Escuela Elemental Nocturna de Adultos, con el loable objetivo de enseñar a leer, gramática, aritmética, música, normas de urbanidad… todo con el afán de enriquecer la cultura del pueblo, que entonces, al igual que ocurría en otros muchos lugares del archipiélago, el índice de analfabetismo era elevado. A estas clases, que eran totalmente gratuitas, podían asistir tanto los socios y los hijos de socios, como aquellas personas que, siendo pobres, quisieran aprender a leer y escribir.

Fachada del Casino de Los Llanos de Aridane

Patio interior y galería de la sede del Casino

El casino es animado punto de encuentro y amistad

De las diversas actuaciones realizadas en sus primeros tiempos destacamos, entre otras, las siguientes: telegrama de condolencia por el asesinato del presidente de la sociedad «La Investigadora» de Santa Cruz de La Palma, Siro González de las Casas (septiembre de 1906); mensaje de despedida al presidente Mariano Ferrer Bravo (octubre de 1906); actuación de la compañía de zarzuela (enero de 1907); y nombramiento de Félix Wangüemert y Poggio como socio corresponsal en Barcelona (marzo de 1907).

En 1932 se suspendieron los bailes de carnaval por la epidemia de peste en Argual, cediéndose el salón de la sociedad al Ayuntamiento para la confección de ropas y demás necesidades con dicho motivo. En 1933, la señorita María Martín Capote, en representación de la Sociedad, fue elegida Miss Valle de Aridane. En 1935 expresó su condolencia por el fallecimiento de la señorita Dolores González Martín, miembro del orfeón de la Sociedad y en ese mismo año se rindió homenaje al maestro Ramón Pol Navarro.

El 19 de abril de 1936, Izquierda Republicana solicitó el salón de la Sociedad para celebrar un baile. En los días previos al 18 de julio, la Sociedad acordó hacerse cargo de la celebración de las fiestas de la Patrona, destinando los beneficios obtenidos a las mismas. El 8 de septiembre del citado año, solicitó al Tribunal Militar de Tenerife el indulto de la condena de pena de muerte impuesta al líder comunista palmero José Miguel Pérez.

Con el mayor sentimiento de tristeza, la Sociedad y cuantos le conocieron tuvieron noticia del trágico final de su primer presidente, Mariano Ferrer Bravo, en julio de 1936, mientras se encontraba de veraneo en la isla Cabrera, presumiblemente atraído por su afición a la entomología, fue detenido y trasladado a Menorca, siendo fusilado en las proximidades del puerto de Mahón.

Merece la pena que nos detengamos en esbozar en unas líneas la trayectoria de este personaje. Había nacido en La Habana el 26 de julio de 1883 e ingresó en agosto de 1899 en la Academia de Infantería, de la que salió en septiembre de 1901 con el empleo de segundo teniente. Desde septiembre de 1904 y por espacio de dos años estuvo destinado con el empleo de teniente en el Segundo Batallón de Cazadores La Palma nº 20, al que nos hemos referido. Durante su estancia en la isla se implicó decididamente en la vida social y cultural de la misma, convirtiéndose en uno de los fundadores y primer presidente de la Sociedad de Instrucción y Recreo Aridane.

En 1911 ascendió a capitán e intervino en los conflictos militares de Marruecos. Por su actuación fue condecorado con varias cruces rojas al Mérito Militar, que sólo se otorgan en caso de guerra. En noviembre de 1922 solicitó la situación de supernumerario sin sueldo y con residencia en el norte de África, ocupando plaza de concejal en el Ayuntamiento de Ceuta y correspondiente en Tetuán de la Real Academia de la Historia.

En 1924 pidió la vuelta al servicio activo y fue destinado al Regimiento de Infantería Covadonga nº 4, de guarnición en Madrid, aunque pasó destinado a la Sección Histórica del Estado Mayor Central. En 1925 ascendió a comandante y por entonces ingresó en el Real y Militar Orden de San Hermenegildo. En 1931, siendo comandante de la Caja de Reclutas nº 48 de Cartagena, se retiró del servicio activo. Hombre de vasta cultura y conocimientos, Mariano Ferrer hablaba portugués, árabe y traducía del francés. En reconocimiento a su trayectoria, la Cámara Municipal de Lisboa le concedió la Medalla de Oro de la ciudad; la Universidad de Coimbra le distinguió con su Collar de Oro y el Gobierno de Portugal, con la Cruz de Cristo en la categoría de Gran Oficial.

El 1 de febrero de 1937, la Sociedad de Instrucción y Recreo Aridane solicitó la conmutación de la pena de muerte que pesaba sobre Modesto Carballo Sosa. Eran tiempos difíciles. El 13 de enero de 1940, la junta general se celebró con la presencia del jefe de la Guardia Civil.

En los meses de junio y julio de 1949, con motivo de la erupción del volcán de San Juan, la Sociedad puso sus medios a disposición de las autoridades para ayudar en lo posible a los evacuados y damnificados. A finales del mes de julio recibió la visita del ministro de la Gobernación e ilustre paisano, Blas Pérez González.

El 3 de julio de 1955 se colocó una lápida de gratitud en memoria de los socios fundadores, así como otra en recuerdo del insigne maestro León María Camacho, donada por Cándido Rodríguez Ortega. Ese mismo día se celebró un homenaje a Tomás Felipe Camacho, uno de los palmeros más destacados de la primera mitad del siglo XX.

Galería de presidentes

La Sociedad de Instrucción y Recreo Aridane ha tenido, hasta el momento, 46 presidentes, algunos de los cuales han repetido cargo en varias ocasiones. La relación es la siguiente:

Mariano Ferrer Bravo (1906), Conrado Hernández de las Casas (1906-1907), Ezequiel Cuevas Pinto (1907-1908), Francisco Sosa Lorenzo (1908-1909), José Kábana Valcárcel (1909), Enrique María Pérez y Pérez (1909-1910), Rafael Alonso Hernández (1910-1911), José María Pérez Rodríguez (1911-1912), Rafael Alonso Hernández (1912-1913), Armando Wangüemert Leal (1913-1916), Alfredo Llanos y Arroyo (1916-1917), Benigno Capote Carballo (1917-1919), Armando Wangüemert Leal (1919), José Campos Cabrera (1919-1920), Salvador García Sanguino (1920-1921), Armando Wangüemert Leal (1921), Mauricio Duque Camacho (1921-1924), Adolfo Pérez Ortega (1924-1925), Victorino Sierra Ruiz (1925-1927), Nereo Martín Pérez (1927-1928), Enrique Mederos Lorenzo (1928-1929), Adolfo Pérez Ortega (1929-1930), Nereo Martín Pérez (1930-1931), Tomás Felipe Carballo (1931-1932), Rafael Alonso Santos (1932-1934), Manuel Cáceres Hernández (1934-1935), Miguel Pereyra García (1935-1936), Juan Sánchez Rodríguez (1936-1937), Rafael Alonso Santos (1937-1941), José Orestes Pérez Pulido (1941-1948), Conrado Hernández Álvarez (1948-1953), Enrique Mederos Pérez (1953-1954), Oscar Hugo Hernández Simón (1954-1958), Rafael Arroyo Felipe (1958-1960), Francisco Lavers Pérez (1960-1962), Tomás Acosta Amuedo (1962-1965), Orestes Galván González (1965-1968), Vicente Sosa Hernández (1968-1970), Dionisio Castro Pérez (1970-1974), Juan Antonio Rodríguez Díaz (1974-1976), Dionisio Castro Pérez (1976-1979), Leodegario A. Mederos Pérez (1979-1987), Simeón Walter Acosta Nazco (1987-1997), Rosendo Javier Rodríguez Negrín (1997-1998) y Hugo Castro Bethencourt (desde 1998).

Hugo Castro Bethencourt agradece la Medalla de Oro de Los Llanos de Aridane otorgada al Casino de la ciudad

Todos ellos, y sus respectivos compañeros de junta directiva, así como sus muchos socios, se han esforzado para el progreso de la Sociedad de Instrucción y Recreo en beneficio del arte y de la cultura, de la paz y de la libertad. De su inquebrantable amor y respeto a su ciudad natal y a su Isla amada.

Publicado en DIARIO DE AVISOS, 18 de junio de 2006

Fotos: César Borja